
“Ayer, Alma, cuando por fin pudimos encontrarnos para celebrar
nuestros cumpleaños, te noté de mal humor. Dijiste que de pronto, sin saber
cómo, hemos alcanzado los setenta. Temes que nos falle el cuerpo y eso que llamas
la fealdad de la vejez, aunque eres más bella ahora que a los veintitrés. No
estamos...